La demagogia y todo su aparato seductor para conquistar a la tribuna puede llegar a ser por un momento un espectáculo digno de contemplar siempre y cuando el tedio no se interponga obligándote a incurrir en una actividad mas fructífera o placentera, claro esta.
Ver a toda esa masa persuadida y cautivada por cualquier orador de turno, en un fatuo intento de salvación e identificación personal, es corroborar que la estupidez y necedad humana se resisten a descansar.
Demagogos hay de todas las clases y colores, desde aquellos que exaltan su espíritu pragmático hasta los que proclaman sus pueriles utopías, pero todos con un denominador común, el de encantar a esa muchedumbre ávida de cualquier ilusión o esperanza
Es la escena desde el atril y el estrado, de los gestos cómplices y las mejores apariencias, el tono y las pausas y toda esa retorica orientada a hacernos creer que el mundo en esos instantes nos pertenece.
El viejo escenario humano, de los simios con corbatas o sin ellas, del culto a la imagen del pulcro y también del desalineado, desde los profetas de la obviedad al del pensamiento mas rebuscado, aunados todos en esconder sus culpas, vilezas y desaguisados.
Todos ellos son actores que pueblan este tinglado, las micro expresiones los delatan, pero son imperceptibles a los mas incautos. Sus mentiras no impiden la sonrisa del descreído y también del desconfiado, que se alejan orgullosos de sus hordas de infante fanatismo, de los repetidos eslóganes y devotos alineados.
Decadentes flautistas de este Hamelin desdibujado, ocupan sus sillones, engordan sus barrigas y contemplan su ganado, convenciendo siempre al ignorante, al ciego y al anestesiado.
Lo que dicen hoy lo desdicen mañana, carroñeros de las circunstancias, oportunistas del momento, no escatiman en sacar leña de cualquier árbol caído en pos de conseguir mas adeptos, y asi van recogiendo para sus molinos y engrandeciendo sus egos por sus espejos deformados.
Y ahí los ves a sus micrófonos pegados, buscando la palabra exacta y el efecto deseado, cumpliendo su primordial función de títere bien remunerado, estrategas de la imagen y la dialectica, tanto el populista como el mas refinado, para comprobarlo solo me basta un momento, prefiero de ellos estar alejado.