miércoles, 19 de septiembre de 2012

Actores de reparto

Soy un simple actor como los demás, en este mar de neurosis estandarizada y adicciones digitales, sumido en los continuos bombardeos de estos tiempos acelerados de consumo y ansiedades cotidianas.
Reconozco que tengo una visión un tanto pesimista del humano, esto no quiere decir no dejar una puerta abierta, ni un posible crédito al prójimo. Pero la desconfianza natural ganada con la edad y la constatación empírica me sugieren no empalagarme con las mieles de la ingenuidad, y entender también que somos eso, simples actores, algunos buenos, muchos regulares y otros malos.
Es indispensable el engaño es verdad, tal vez no hubiéramos sobrevivido sin él, se ve en todo el proceso de crecimiento humano, manipula el bebé y manipula el anciano y ser consciente de este peculiar rasgo y asumirlo me parece lo mas sano.
Actuamos constantemente, es nuestro principal oficio que perfeccionamos con los años concientes de su carácter imprescindible en pos de conservar nuestra imagen y de conseguir nuestros propósitos y beneficios.
Aprendemos a depurar nuestra técnica con los años haciendo gala de un sutil cinismo que suele estar socialmente aceptado, esa tenue hipocresía de la que nunca nos separamos.
Me gusta reconocerlo, son esas cuestiones elementales que nos brinda la edad adulta, reconocer nuestra miseria para así redimir un poco la culpa. Y aunque a todos nos cuesta, siempre denota madurez el aceptarlo sin que signifique ser una persona deleznable.
Es que las mascaras nos hacen humanos, me gusta quien lo asume, quien se abstrae y se burla con fugaz lucidez de su imagen proyectada, esas pequeñas gotas de sinceridad que erosionan nuestras corazas.
Son esos los que nos inducen a los diálogos mas inteligentes y suspicaces que eluden la sensiblería incauta que ignora nuestras flaquezas e imperfecciones.
Actores de mil caras, de mil registros requeridos en infinidad de funciones, en la comedia y en los dramas persiguiendo siempre los aplausos, congelando la gloria y escondiendo los fracasos.
Actores de reparto de esta obra incierta y limitada, donde a veces el absurdo gobierna a la lógica y los necios escriben los guiones tal vez por otros pautados.
Todos con un precio, todos condicionados, presos de las circunstancias, endebles dioses de barro. Con la respuesta estudiada o el gesto simulado que oculta las emociones y gobierna las apariencias de cualquier papel asignado.
Así vivimos, así actuamos y cuando nadie nos ve nuestros secretos encontramos, entre ángeles y demonios, entre el vértigo y el letargo.
Dando paso a la nueva función, expuestos a nuevos focos, futuras ceremonias que dejaran nuevos elogios y rechazos.

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